Apaguen las estrellas. Cierren la puerta a este mundo. Callen hasta el último susurro porque a los ángeles hoy mi madre se une. Mi mamá, mi amiga, y ahora de los àngeles, la mejor.
De mis recuerdos mas bellos eres tu cantándome a Cri Cri, y más canciones que hablaban de fantasías.
Me cantabas, me cargabas, me hacías reír con tus besos esquimales
Que divertido era ir contigo por un helado, al parque y a visitar a tu familia o a tus amigos. Tanta gente...
Nunca faltaste a los festivales, ni me faltó un pastel de cumpleaños. Nunca dejaste de celebrar.
Siempre confiaste en mi. Y muchas veces abusé... perdóname por mentir, ya tiene muchos años que lo dejé de hacer.
De niña nunca me pegaste; de adolescente una vez pero porque me gané la trompada más justa en esta dimensión.
No sé lo que es no tener apoyo; tu como mi mamá y mi amiga me apoyabas en todo, aunque no estuvieras de acuerdo. No eras mi fan, pero siempre fuiste el hombro, el bastón y hasta el empujón de todas mis decisiones.
Siempre, hasta en el día más raro, me dejaste ser. Nunca me obligaste a peinarme, ni a vestirme de alguna manera, ni a hacer la tarea; solo de adolescente una vez no me dejaste salir hasta que me cambiara una minifalda. Y solo una vez me dijiste que parecía prostituta... a los 13 años porque me maquillaron como si tuviera 20. Te lo agradezco infinitamente.
Nunca me obligaste a hacer algo que no quisiera, solo una vez que reprobé en la preparatoria me advertiste de aprobar los extraordinarios o me cambiarías de escuela. Me enseñaste a cumplir y a cumplirme. Me enseñaste que para todo hay momento, y que si es necesario peinarse, vestirse o hacer algo en concreto, se hace y punto. Me enseñaste a caminar en fuego sin quemarme.
Me hiciste una piñata de urgencia, trajes de hawaiano, un tutú para ballet, suéteres, bufandas, vestidos, comida... me hacías lo que no podrías comprar y me comprabas lo que no podrías hacer. Pero nunca me dejaste hacer berrinches. Me explicabas todo. Me dejabas sentir. Es más, nunca me quitaste tu amor.
Te vi llorar, reír, gritar... te vi ser tu, siempre. No heredé esa feminidad tan tuya, pero me han dicho que tengo tu voz y que somos igual de escandalosas.
Siempre me consolabas, me cantabas, me apapachabas y me platicabas de casi todo. Yo también te tuve secretos, sobre todo para que no me dejaras de amar o para que no hacerte sufrir.
Por ti amo tantas cosas, desde ser social hasta bailar como loca. Me hiciste ser honesta, aunque aprendí a serlo ya de adulta. Me enseñaste a ser pareja, amiga, hermana y no quise aprender a ser madre, porque nunca estaría a tu nivel. Siempre nos diste de más, aunque te quedaras a deber.
Extraño mucho nuestras salidas de compras, a tomar cafecito, a guzguear, a organizar y sobre todo, extraño tanto poder abrazarte.
Me trataste como princesa... me educaste como caballero... me inspiraste a ser Reyna... me respaldaste a ser yo.
Me acompañaste hasta a cubrir eventos... en un rave inhalamos mota de quien sabe quien. Me acompañaste al teatro y hasta vimos gente desnuda. Exposiciones, fiestas, misas, rituales, rezos... y hasta vimos streapers juntas.
Caray, mamá. Hasta íbamos al baño juntas.
También me regañabas... pero realmente siempre me aconsejabas.
No siempre te escuché, pero siempre me hacías razonar.
Gracias a tus frases y refranes es que tal vez no soy tan mala persona.
Te debo tanto... hasta ese placer nada culpable por José José, Juan Gabriel y aquellas canciones que hablan de ser feliz, amando.
No se si te di todo lo que soy, pero lo que te di lo hice con amor. Tu me enseñaste a ser amada, sin condiciones y solo por ser quien soy. Me amaste hasta antes de conocerme...
Nos dijeron que literal, tu corazón era más grande de lo normal... y no me extrañó.
No fuiste perfecta, pero para mi, fuiste más que ideal... utópica.
Perdóname por no ser la hija perfecta. Perdóname por llorar tanto. Perdóname por tardar en entender que eres la mejor persona que he conocido. Cuando te lo dije en el hospital, se te salió una lágrima.
El pase al cielo lo tienes directo. Eres Luz, y siempre fuiste amor puro.
Gracias por ser la mejor madre, mi mejor amiga y ahora mi mayor ángel.
Ven a platicar a mis sueños cuando quieras, acompáñame en cada rezo, toma mi mano cuando haga oración, visítame cada que quieras, y cuando mi cuerpo ya no pueda, ven por mi con esa mirada tan bella y esa sonrisa plena.
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