Hace una semana despedimos con aplausos, lágrimas y un GOYA al que fue el hogar del alma de mi mamá. El día más triste de mi vida, pero uno de los más bellos, porque si algo sobró, fue amor.
Estoy muy agradecida con cada persona que fue a despedirse de ella y a acompañar a su familia. Mil gracias a quien fue a poner su hombro como muro de los lamentos, y también a quien nos dio palabras, mensajes, lágrimas o le llevó flores.
Eran muchas flores, tantas como personas. Y han sido más las buenas vibras, la empatía, la solidaridad, los recuerdos, el amor y el cariño que nos han mostrado, que no tengo más que bendiciones para cada uno de ustedes.
Nadie debería de vivir este dolor tan grande, pero supongo que los momentos agridulces son los que nos hacen ser mejores. Me queda claro que el dolor es el costo del amor. Y mi mamá era especialista en dar amor incondicionalmente.
Así que no pude desearles Felices Fiestas pero les deseo con todo mi ser que venga un excelente 2024, porque me urge que ya termine este año.
Ya presenté mi queja oficialmente al Universo, y pedí que mi compensación se distribuya proporcionalmente entre todos ustedes.
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