octubre 25, 2022

Para ser madre ¿hay que nacer, querer o poder?

 Hace unos días tenía la culpa por no ser mamá... ya saben, soy cuarentona y pues no veo cómo hacerle económicamente el fuerte, ni menos tener el tiempo para cuidar, si apenas tengo tiempo para cuidarme yo entre cuidar un hogar, 4 perros y tratar de compartir todo con mi esposo.

¿Cómo tener más responsabilidades que no quieres? ¿y cómo no sentir culpa si se nota que cada bebé desborda amor? Y luego piensas en el futuro y te carcome saber que puedes quedar olvidada, y sin alguna validación. Ser madre no es una obligación de nacimiento, pero caray, vaya que tiene cierto poder. Tanta obligación debe traer algo bueno, y lo veo, y lo vivo cuando mi propia madre me pide un favor; ni lo pienso, simplemente lo hago. Porque la amo y le estoy eternamente agradecida.

No le llegaría ni a los talones a mi jefecita. No le he llegado, ni le llegaré.

Es difícil querer serlo en un mundo donde hasta por respirar te puedes traumar. Ya bastante tengo con sanar mis dolores (consientes e inconscientes) como para evitarle o heredarle traumas a otra personita.

Es imposible no traumar a los infantes... Es imposible (y nada sano intentar) ser madre-amiga de los adolescentes... Es imposible ser una mujer adulta exitosa, si quieres ser una madre exitosa.

Porque una madre exitosa es la que logra que sus crías sean mejor que ella en todo sentido; económicamente, espiritualmente y saludablemente.

Y ser una mujer exitosa es cada vez menos difícil, pero neta, no es fácil. No hay recetas, ni fórmulas y mucho menos hay el suficiente apoyo para lograrlo. Si eres económicamente activa y líder, eres "mandona". Si eres proactiva, "te gusta llamar la atención". Y si eres inteligente y reservada, "estás amargada".

Total que le tienes que entrar al juego de las traiciones, los amiguismos, y las arrastradas para subir un peldaño social. Nadie se salva de la "meritocracia" por más que seas inteligente, proactiva y líder. Y así te vas, cuidando que tus logros no afecten las inseguridades de otros. Y aunque no quieras, varios se te van a ofender si tienes logros.

Traer escuincles (infantes, que viene del náhuatl itzcuintli) a un país donde los riesgos de secuestro, tráfico de personas (para prostitución, trasplante de órganos o ve tu que perversiones más) y violencia (desde un loco que avienta una piedra a la cabeza o un imbécil que dispara y manda un buen balas perdidas) no es precisamente el folleto más vendedor para ser madre en México.

Y menos en la chilangada, en mi natal Ciudad de México... Pensar que quien no prueba la droga, prueba el alcohol, o prueba el tabaco, y ahora el vapeador... o sexo irresponsable; me pone mal... y no quiero la santidad, pero caray, que difícil es salir ileso de andar en el fuego del asfalto citadino que ofrece tantas opciones para embrutecer y generar traumas.

Total que ya no me siento culpable; no quiero, no puedo ni nací para ser madre. Nunca le creí al "naces, creces, te reproduces y mueres".

Aunque admito que amo a los escuincles. Me encantan. Me recuerdan que nunca hay que dejar de jugar o de reír, y mucho menos hay que dejar de ser tu misma.

Así que cuando sea vieja, si es que llego, seguro no tendré muchas visitas... ni quien me organice una fiesta de cumpleaños o quien me dedique palabras el día de su graduación o de su boda, pero tengo y tendré muchas ganas de cuidarme a mi misma, y darme cada validación con harta dignidad