Díganle que he muerto; que nadie alcanzó a decir "hasta luego".
En mi recámara solía estar colgada una foto, hasta que en mis últimos alaridos alcancé a romperla.
Aquel olor a rosas desapareció; aquellas zapatillas usadas ya han sido donadas...
Quemaron cada hueso, cada músculo y cada canción.
Fue en día lluvioso mi último aliento; se atiesaba mi cuerpo con el paso del arcoíris.
Y para la noche, la luna llena dirigía mi alma a donde no hay más dolor.
No hay tumba, ni urna, no hay misas ni rezos.
Díganle que los monstruos no tenemos redención... no tendré resurrección.
No le digan que vivo lejos de su crueldad e hipocresía; no nos causen más dolor...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario