- ¿Te has dado cuenta que la luna no es de queso?
- Es de perla, acero y uno que otro merengue...
Así platicamos toda la noche; cambiando sabores e ingredientes mirábamos a nuestro alrededor. Nos besamos un par de veces e hicimos el amor. Me dijo que regresaría...
Desde entonces, cada que hay luna llena, prendo una vela y como un merengue en su honor... su recuerdo no merece esperar un año y la vela lo traerá de vuelta.
La enfermera dice que está bien, cumple parte de mi deseo... pero no me deja encender más de un cerillo.
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