octubre 24, 2010

Un helado en la azotea

Es chistoso como juega el inconciente en nuestra mente y más escalofriante como juega el destino con nuestra realidad; hoy desperté con una sensación super chida...

Estaba soñando que quería comprar un helado, lo quería de amareto con cubierta de chocolate. Lo chistoso es que mi sabor favorito es el de menta con chocolate, pero bueno, en mi sueño tenía antojo de almendras. Total que la mujer del mostrador me lo daba sin la cubierta, y aunque veía que en el congelador sí tenía helados cubiertos, no me lo quería vender. Y me daba un helado con sabor a piñón... ese en realidad es el sabor favorito de mi mamá. Sabia delicioso pero no era lo que yo quería. Así que caminaba por una calle con arquitectura barroca, muy parecida a las del centro histórico de la ciudad de México, que por cierto anoche platicaba con otros amigos que tengo muchas ganas de ir a ver como quedó la calle de Madero ahora que es 100% peatonal e ir a una de sus cantinas, a una que hace años me llevó mi papá. Entonces, mientras seguía buscando donde comprar mi helado, el que fué mi primer novio hace bastantes años me reconocía y me saludaba. Hace poco me enteré que es papá y me dio mucho gusto porque sé que es un sueño que cumplió. Y yo, que todavía tenía ganas de un helado con cubierta de chocolate, después de saludarlo y despedirme con un abrazo, seguía caminando por la calle y varios locales ya estaban cerrados, cuando topaba de frente con un hombre de playera blanca que nunca he visto... me despertó la voz eufórica de mi sobrino pidiéndole a su mamá que pusieran una alberca en la azotea.

Después de desayunar y demás dinámicas familiares que me encantan, subí a la azotea a ver que tal la pasaban con la alberca... y en frente, estaba un vecino; tenemos bastantes años de saludarnos cuando nos encontramos en la calle, cuando paseo a mi perro o cuando es la posada de la cuadra en diciembre.

Por primera vez desde que lo conozco me enteré de su nombre. Nos saludamos y me dijo que mañana era su cumpleaños, que también aveces sube a la azotea con su hermana a tomar el sol, pero me dijo algo que realmente me congeló: El día está muy bonito, está para gozarlo un buen rato.

Sentí unas ganas de ir y abarazarlo... creo que en lo que llevo de vida, es el primer caballero con el que platico desde la azotea. Realmente hace años platicaba mediante señas de ventana a ventana con el que fué mi primer amor romántico y con el que se soñé antes de despertar este día.

Recuerdo perfectamente que lo conocí cuando eramos niños; un día ambos híbamos a la escuela, cada uno con su uniforme, nos encontramos en un pasillo del lugar donde vivíamos y simplemente el tiempo se detuvo cuando me volteó a ver y me sonrió. El tenía como 11 años y yo tenía como 8... Tanto me gustaba y no sabía que me gustaba, que lo molestaba cada que podía. Una ocasión tuvo que acusarme con su mamá y ella le tuvo que decir como defenderse de mis bromas. Después pasaron los años, y cada que lo veía, me ponía nerviosa o me sentía tímida, y cuando platicábamos muchas veces alucinaba con que yo le gustaba. Pasaron más años y un día simplemente se enteró que me gustaba y decidió pedirme que fuéramos novios. Imagínense lo que fué para mi cumplir un sueño de infancia en plena adolescencia cuando nos dimos el primer beso... y lo mejor, fué un viernes por la noche, sentados en una banqueta, a la luz de la luna y una que otra estrella. Duramos casi tres años de novios y por el conocí el amor de pareja a muy corta edad... y también por el conocí lo que es sentir que se te rompe el corazón. Curiosamente en estos días es su cumpleaños... y no es curioso que lo recuerde, tampoco lo extraño, hace mucho que cerré ese ciclo y entendí que realmente no teníamos nada en común más que éramos vecinos con ventanas encontradas que crecieron juntos y aprendieron mucho o algo el uno del otro... simplemente tengo excelente memoria a largo plazo y hay pasajes de la vida que por más que quieras, no se olvidan... los recuerdos y también los momentos oníricos te enseñan lo mejor de ti, escarbando en lo peor.

Es inolvidable lo que aprendes con gusto como cuando pruebas un helado de colores brillantes (el de sabor chicle nunca me gustó aunque se veía increible) y es inolvidable lo que aprendes a vivir de lo que no te gustó con sabor amargo o agridulce... y si nada te gusta, puedes ir a buscar en tus recuerdos o en tus sueños... hay muchos sabores y colores.

Después de muchas experiencias juntos, y de que ambos sentíamos que algo diferente pasaba entre los dos, el me dijo "nada es permanente... la magia se terminó". Yo sentía que quería pasar el resto de mi vida a su lado y el sentía que ya no había nada en común que nos uniera, estaba aburrido de mi. Esas frases hasta después de muchos años las comprendí y me inquietaron sin quitarme el sueño por mucho tiempo. Y fueron las que en ese momento me hicieron sentir que aunque ames a alguien con todo tu corazón, si no te ama, si ya no quiere o de plano no puede estar contigo, lo tienes que dejar ir para encontrar un nuevo sabor de la vida. Yo no quería terminar, pero algo dentro de mi me dijo que lo tenía que hacer sin siquiera decirle que lo amaba con toda mi alma, así que terminamos de común acuerdo, aunque no pudimos ser amigos por más que lo intentamos. Desde esa vez aprendí que los corazones helados se derriten... y que tengo corazón de chocolate; por más que se derrita o se parta en pedazos, puede volver a ser sólido y de una pieza. Nadie me enseñó a hacer el molde, pero puedo decir que su forma sólo depende de ti... solo hay que encontrar las piezas, llorar o enojarte tantas veces lo sientas para que cada arista se una y quede como nuevo... las piezas están entre recuerdos y sueños.

Ahora y desde hace tiempo entiendo que "nada es permanente" se refiere a que no hay una sola cosa material que necesites para ser feliz porque tienen caducidad, y eso incluye lo material o lo superficial que vean otros de ti, y también de lo que tu hayas querido decir o mostrar. Esa frase la había sacado de una canción o de un libro (no recuerdo exactamente de donde) y ya me la había dicho filosofando con otro amigo, pero la de "la magia terminó" estoy segura que era el sentir de su mente; su estado de enamoramiento hacia mi había concluído y mi realidad ya no le atraía, tal vez le molestaba o de plano ya no la soportaba... como han concluído las fases de apasionamiento con otras personas que he amado, desde amigos hasta parejas. Sé lo que es enamorarme y despasionarme de actividades, de cosas y de mi misma... la realidad aburre o hasta apesta cuando esperas acción y vives en ficción... cubriendo de azúcar, de chamoy, de yougurth o hasta de mierda a la mente, formando un helado insaboro en el corazón.

Pero insisto, ese hielo lo puedes derretir, con la mente fría y el corazón caliente. Tu decides si hablas o callas. Tengo la teoría de que una experiencia superada y de la que te has sublimado, simplemente la compartes con una sonrisa aunque edites ciertas partes... de las que no hablas, todavía te hacen llorar o enojarte, de plano no puedes recordar, o mientes acerca de ellas, es porque no las has superado y te siguen taladrando hasta en pesadillas.

La fase del enamoramiento tiene caducidad y es como el helado, se derrite; el amor sí es permanente y basta con darle la forma adecuada. Es como cuando te gradúas de la primaria... ha concluído un capítulo de tu vida para que comience uno mucho mejor, pero si no ves la realidad antes de graduarte, seguro que tu inconciente te va a traicionar, a aburrir, a desesperar o a decepcionar en poco tiempo... y puede ser que repruebes materias o que repitas el grado.

Para mi el amor de pareja, el amor al aprendisaje y el amor al trabajo ha sido como probar varios sabores de helado y encontrar tu sabor favorito... lo cierto es que desconozco muchos sabores, y el amor a mi familia, a mis amigos y con más personas es como derretir un helado que en el centro tiene chocolate y menta. Lo que me gusta de la menta es su intensidad. El chocolate, me hace sentir bien y sabe dulce. La mezcla de esos sabores, sensaciones, su color y textura... son excelentes para mi.

El sabor que te deja en la mente cada experiencia, inconciente o conciente, es lo que hace de tu corazón un helado o un chocolate... y aunque no te guste, debes saborearlos con una cuchara de soledad salada cubierta de menta, a menos que quieras refrigerar tus recuerdos y que tus sueños o alucinaciones te atormenten de diferentes maneras.

Creo que hoy termina una fase de mi vida, en la que no todo ha sido sabor a menta con chocolate, pero que entre amareto, piñones y otros sabores que no pienso en volver a probar ni en sueños, se ha formado en mi ser una cubierta de chocolate y... un helado en la azotea... mi mente ahora es un congelador de excelentes recuerdos que se la pasa imaginando... recreando... haciendo... permaneciendo.

Inicia una nueva etapa con sabor a algo que desconozco. No sé si estoy lista para algo desconocido, pero estoy lista para encontrar, gozar y compartir, tanto un día soleado, un helado, un sueño inquietante de significados freudianos, mis experiencas más intensas y las ganas de llevarle mañana aunque sea un chocolate a mi nuevo amiguito que cumple 11 años.

Hoy no puedo dejar de ligar el inconciente de este y otros de mis sueños con la conciencia de mi realidad; si tuviera 11 años, definitivamente le pediria a mi vecino que fuera mi novio y lo invitaría a tomar un helado... aunque me dijera después de unos años que su helado se derritió.

No hay comentarios.: