Llega una edad en que vas a ir a muchos velorios y funerales... y que mejor que te desveles por personas maravillosas.
Hoy me despido de ti, Alberto, uno de mis tíos más queridos. No fuiste mi tío de sangre, pero siempre me trataste como si lo fuera.
Tantas pláticas, tantas risas y también tantas lágrimas.
Fuiste a mi boda y tomaste el video con tanto gusto... parecía que te habían contratado.
Tengo tantos recuerdos contigo y tu hermosa familia.
Cambiaste nuestras vidas, nos diste mucho. Creo que nunca acabaré de agradecerte por eso.
Hombres tan buenos como tu tienen pase directo al cielo.
Gracias por todo lo que hiciste en vida, incluyendo contagiar tu entusiasmo.
Mi mamá, tío Ricardo (otro de mis tíos adoptivos) y mucha gente que te tiene eternamente en el alma ya te han de estar recibiendo.
Sigue feliz, orgulloso de lo que hiciste aquí y nos vemos más allá de la materia.
Gracias por tantas Goyas, aquí en mi corazón te grito una.