septiembre 27, 2010

Mi alma ladra sin remordimiento

Respondí a una sutil y arcaica ofensa familiar "No sabes lo que dices... Ojalá un día llegues a conocerme... No es maldición, porque te amo, te lo digo".

Tenía mucho que no sentía lesión de un sentimiento, el de la dignidad, al que respondí con mordida rabiosa sin enfermedad mental, entre un deseo emocional y esperanza infantil roída.

El que sea libre (me visiten hombres, duerma de día y no tenga pareja) no me hace prostituta, mucho menos libertina y muchísimo menos una perra rabiosa y perdida que no conoce el amor real.

Que diablos, mi amor propio se acompaña de plegarias acumuladas a la luna...

A través de un grito del alma, cumplí un sueño de infancia; demostré sin morder a las manos que me acarician, que el amor más que intelectual, es cultural, y de no mostrar respeto absoluto y honesto, juzgar a otros con prejuicios ajenos y creer que el lenguaje sólo es un privilegio, la sentencia de la rabia es degeneracional...

Las mujeres en ninguna época han sido las únicas vulgares y los hombres nunca han estado solos para generar cultura de prostitución ¡SUEÑO CON EQUIDAD HASTA PARA AMAR DESDE QUE SOY UN CACHORRO DE HUMANO!

Estoy harta de que los errores maternos hagan perros sin dueño y estoy harta de que los errores paternos acaricien y fomenten perras.

¡ESTOY HARTA DE QUE CONFUNDAMOS A LOS HUMANOS CON LOS ANIMALES! Soy una mujer nada más... una mujer que sabe amar y que está harta de pagar los errores de otras personas. Estoy dispuesta a todo por cambiar las consecuencias de una pésima cultura... mi alma está harta de aullar a la luna, quiere bailar bajo su luz aquella pieza para un par sonámbulos.

Ladraré cada que sienta mi dignidad dolida sin morder a mi corazón, hace años aprendió a aullar... y desde hace poco sabe ladrar sin que mi mente aulle y sin que mis labios lancen mordida.

Amo a personas que aveces se comportan como perros entrenados, pero amo y no tengo amo, soy una paciente más de la luna... aullarle es la mejor terapia del alma, platicar es la mejor terapia de la mente, moverse es la mejor terapia para el cuerpo, pero pasear a mi perro sin correa es lo mejor para mi propio amor... justamente venía de pasearle cuando sucedió el más grande ladrido ante el peligro en lo que va de mi vida.

Mi perro, mi mascota, me ha confirmado lo que es amar... siento felicidad al verlo disfrutar su libertad y siento tristeza al verlo sufrir por los errores culturales del humano.

Aunque suene a ladrido, los perros nobles aullan... lo que más duele es que sean quienes más amo los que me confundan con loba o me suelten zarpazo rabioso... esa es la parte más perra de mi vida y no es mi maldición nada más.

Mi alma hace mucho es mi bendición y mi perro también, porque con todo y dolor, el amor que conozco sí es permanente, más alla de la luna y sin remordimiento en la mente... con un gramo de nostalgia.

Cada persona que ha paseado en mi camino me ha dejado ese sabor a luna de octubre...

Después de aprender a saborear cada herida de ladridos y zarpazos, incluyendo los míos, creo que seguiré aullando y ladraré si es necesario... mi lenguaje tal vez parezca de lobo pero nunca volveré a ladrar como ellos.

Los ladridos y mordeduras intencionales que hacemos a otras personas son expresiones inconcientes que reprimimos, lo más seguro, desde que somos cachorros, y a través de lo que nos condicionan en nuestra propia casa, podemos quedar condicionados a perseguirnos como perros y gatos... me consta.

Hace mucho que me niego a que me muerdan por dosis de caricias y ladridos culturales, pero hoy puedo decir que amo y tengo más dignidad gracias a mi fiel guardián...

No hay comentarios.: