No es fácil perdonar

Platicando con muchos amigos y compartendo momentos realmente únicos, creo yo repetibles para muchas ocasiones a futuro, me doy cuenta que no hay como liberarse, es decir, llegar del dolor al perdón y del perdón al olvido y/o a la experiencia... o a ambas... ¡estar en paz contigo mismo pues!

Cuando el dolor emocional llega a tu vida por el motivo, persona o situación que sea, hay de tres sopas;
1.- Lo afrontas como humano dejando que fluya lo suficiente (te conoces y pueque lo disfrutes)
2.- Lo ocultas como en cualquier cultura incongruente dejando que se almacene (te engañas y ni lo gozas)
3.- Lo exhíbes como un martir o verdugo sin pena ni gloria (te engañas, ni lo gozas y justificas)

En algunos casos lo tendrás que confrontar, que ni que, lo cierto es que a muchos no nos enseñaron a perder, a otros no nos enseñaron a ganar y a la mayoría no nos enseñaron a reconocer cuando pierdes y cuando ganas. Mucho menos nos enseñaron a afrontar el dolor que como buen arrimado, a los tantos días APESTA.

Convertirte en martir y verdugo de ocasión tiene su mérito porque eres honesto contigo, y es que dejar que drenes tus pensamientos y sentimientos a través de las lágrimas y las palabras, y aunque a solas o en compañía te flageles o la mientes, te hace aprender a reconocerte. Aunque claro, flagelarte tiene su tiempo y espacio, porque esta el riesgo de que te conviertas en el peor te tus verdugos, el verdugo de quien sientes dolor, o que de plano llegues a ser verdugo masivo y hartes a los que les haces saber tus dolores.

Cerrar o abrir el drenaje de tu vida, con cualquier persona y por cualquier medio, puede levantar muros o tirar ladrillos cuando se trata de edificar un mundo; el tuyo, y como en toda construcción, hay que instalar bien la tubería. Si lo haces correctamente, contigo mismo, con la gente que confías, con la que te ofrece su hombro o sus palabras, con información cualitativa o a solas, te abre oportunidades para ser mejor, para cerrar ciclos.

Si decides llevar al extremo tu dolor, achicando o exhagerando, seguro que generas rencores o generas culpas, o ambas. Pero cuando eres NETO contigo mismo y procuras serlo con los demás, ya seas tú u otras personas te darán las claves de la instalación, peaje y maletas del dolor, para que encuentres sus causas y lo puedas entender.

Es difícil ese proceso, porque el dolor es eso ¡duele! jeje y ¡duele harto! Obtener las respuestas a los ¿Por Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? de tí mismo hacen que en automático se invite el patea traseros de dolores, el perdón, por eso no es fácil perdonar, que no es lo mismo a pedir disculpas.

Nos han enseñado modales y vamos disculpándonos de dientes pa´ fuera admitiendo un error propio de manera superficial en busca de una aprobación ajena y para alguna conveniencia; el perdón, encuentra una aprobación individual, comprende la situación y admite interiormente los errores, propios y ajenos, porque viene del corazón y de la mente.

Mucha gente cree que PERDON sólo se le pide a Dios, pero seamos francos, si esta creencia (seguramente religiosa) apunta a que llevas a Dios en tu interior, ¿entonces no es más clara que el agua la invitación para que te perdones a ti mismo y a los demás? y también, para que pidas perdón, lo hagas en silencio o lo hagas público.

Pedir perdón, perdonar a otros y perdonarte por lo que generó el dolor te desencadena de rencores y culpas, terminas con patrones de conducta obsoletos de ti mismo, te hace sentir chido contigo mismo, avanzas, creces... Cierras un círculo... Concluyes un capítulo de tu vida para abrir uno nuevo, uno mucho mejor.

Sólo con el perdón puedes terminar con el dolor de una manera auténtica y honesta, porque sólo depende de ti... y ahora sí, a decidir lo que quieres olvidar, a guardar lo que aprendiste, a ser feliz contigo mismo y a lanzar fuera ese dolor que ya se estaba poniendo comodito.